miércoles, 1 de julio de 2009

JIRAHARAS COMO GRUPO HUMANO

"Quienes Eran Los Jiraharas Como Grupo Humano"

Después de los Indios Teques con Guacaipuro a la cabeza, no ha habido otra tribu con un sentido tan nacionalista (regionalista si se quiere) como los indios Jiraharas. En éllos la defensa del territorio contra el invasor no era simplemente intuitiva. Era un sentimiento más fuerte para defender la bucólica meseta donde habitaba y los valles del Este y Montañas del Oeste que dominaba completamente. Entendieron que la presencia del invasor significaba el término de su mundo conocido y amado y decidieron pelear por él hasta el holocausto. Los Jiraharas eran descendientes de los Caribes, y posiblemente influído por el medio benigno, suplieron la fiereza cruel del Caribe, por una valentía temeraria pero gallardá. Los españoles les arrebataban las mujeres (que eran altas y bonitas) y les mataban los niños. Los indios peleaban por rescatar sus mujeres, pero perdonaban la vida de los niños y mujeres de los españoles. Cuando en el sitio de Aguas Calientes (El Pantano) asaltaron la casa del fundador del Real de Minas de San Juan de Buría, Capitán Juan Bautista Veintemilla, perdonaron la vida de su mujer y sus hijos, a quienes ni siquiera tocaron. El Jirahara se consideraba espiritualmente superior al conquistador, a quien juzgaban sucio, cruel y despreciable. Cuando rescataban sus mujeres y éstas volvían embarazadas de españoles, le provocaban abortos para que no tuvieran hijos del "hombre cruel". Algunas indias capturadas se hacían matar en los intentos de escapadas o en el tormento de los azotes; las menos jovenes o enfermas se quedaban a la fuerza. El erudito y recordado Don Aquilino Peña contaba que el Jirahara era tan orgulloso frente al español, que una india adoctrinada y sometida pero de carácter muy rebelde, llamada "Veneno" o "Curare" por los españoles, tuvo un hijo de uno de éstos, y que cuando el muchacho era ya hombre se le llamó para formar Cabildo en representación de los que quedaba de los Jiraharas, y el indio rehusó alegando que "más PINTABA la madre que el padre", que él era Jirahara y que le deshonraría sentarse en el Ayuntamiento junto con quienes habian destruído su raza. Este último descendiente de la tribu pinta de cuerpo entero el profundo orgullo de raza y de amor al territorio que caracterizó hasta su fin al poblador autóctono de los valles de Nirgua. Todavía es tiempo: una tribu que como la del Jirahara puso tan alto el honor, la inteligencia, la grandeza de alma y el coraje gallardo de nuestra raza primitiva, merece la perennización del monumento o la eternización del nombre puesto a Calles, Avenidas, Parques y Escuelas. Fue una estupidez de la tiranía perezjimenista no respetar la vieja nomenclatura de la Calle que en Nirgua llevaba el nombre de nuestra tribu inmortal. El indio Yaracuy, que dicen habitó los valles de Udabacoa (donde está San Felipe), no fue nunca relacionado en los relatos de la conquista. Es más, su existencia como indio guerrero ha sido negada; y sin embargo los sanfelipeños sostienen la leyenda como un hecho cumplido en el pasado y la han trasmitido a sus generaciones, venerando su memoria en un monumento.











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